6 de octubre de 2005

Historias de mi piso (2)

La luz de la cocina: Era una tarde fría de Septiembre. La Zona Cero vivía en calma total y la cocina se bañaba en una luz fluorescente barata. Xexu me deleito con una de sus magistrales clases de cocina y, al apagar la luz, saltaron los plomos. Volvimos a conectarlos y, misteriosamente, el fluorescente ya no funcionaba. El interruptor ni siquiera cambiaba de posición. El mundo se tornaba oscuro y frío. Desde aquel día la desorientación y las sombras anidaron en el piso de Duquesa hasta cambiar la vida de sus ocupantes. Los cuales decidieron en principio aclimatarse al cambio y, como la cocina se volvía un mundo inhóspito a partir del anochecer, empezaron a cenar a las seis de la tarde. Pero dicha idea poco tardó en ser descartada ya que interrumpía la siesta de los ciudadanos de Zona Cero. Decidieron pues plantar cara a dicho mal hasta que consiguieran hablar con la arrendadora del piso. Una hijaputa a la que voy a tener que enseñar a coger el móvil, que por lo visto no sabe. Y decidieron nuestros intrépidos protagonistas hacer la cena iluminándose con la luz de la nevera, que mantenían con la puerta abierta. Aún a riesgo de congelarse el culo, ya que la nevera y los fogones son elementos opuestos en su cocina. Pero resultó que los alimentos se enfriaban y había que cerrar la nevera de vez en cuando, lo cual provocó momentos de visión nula dentro de la cocción de la cena; que provocaron, a su vez, caídas al suelo de aceite, huevos, agua, cubiertos y algún que otro habitante de Zona Cero. Esta manera de cocinar fue la que provocó el elenco de tortillas quemadas y pizzas demasiado hechas que hoy día se conoce como cocina de Bilsy. En cuanto a nuestros intrépidos cocineros, bueno, todavía hoy siguen luchando. Con la experiencia de las desdichas pasadas a la espera de que algún día la propietaria decida COGER EL PUTO MÓVIL. La tele: Decidimos pegarle una patada metafórica a nuestra tele y comprar una nueva. Nos dejamos querer por los anuncios de Carrefour y nos fuimos de excursión a la otra punta de Zaragoza para engordar sus bolsillos con nuestras ganas de ver fútbol. Atacamos el estante de televisores sorprendidos por sus inusitados precios. Pero, de repente, la vimos. La perfecta caja de Pandora no tenía mando a distancia ni manual de instrucciones. Tampoco tenía una buena marca respaldándola, pero si un agujero en la parte derecha estéticamente inaceptable. Por ello y todo lo anterior nos rebajaron setenta y cuatro euros. Hoy día se puede encontrar en nuestro salón alegrándonos la vida. Cosa que nosotros le agradecemos llamándola, de forma cariñosa, Laura. Hoy vemos buenafuente, los simpsons, ¿Quién quiere ser millonario? Lo único que me pregunto es si nos levantaremos (algún día) a cambiar de canal.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy interesantes las historias de la "zona cero" y yo me pregunto...¿hay algún estudiante que estudie?

Unknown dijo...

Jajajajajajaja, qué buenas tus historias.

Anónimo dijo...

Yo tambien quiero una tele de esas baratas......la mia esta agonizando.

Anónimo dijo...

en mi piso se nos cayo el mando al suelo, y por no agacharnos a recogerlos nos vimos obligados a tragarnos gran hermano...

Anónimo dijo...

llevas ya muchos días sin escribir, ¿es que ya no ocurre nada en ese piso?