21 de julio de 2009

Soneto de una noche de verano

Ordenando el abecé literario
que intelectualiza este mundo mío
fui capitan de la armada y corsario
y tiburón sin cambiar de navío.

Adicto a los finales funerarios,
de Shakespeares me fabriqué un trío;
soñé con monólogos carcelarios
y contrabandé con libros de Pio.

Viajé a Macondo, al centro de la tierra,
caminé exiliándome de la guerra,
antes de convertirme en un fantasma.

Cual buen detective ignoré las normas
pájaro espinas, y me puse en forma,
bebiendo, para escapar de la pasma.

1 comentario:

Anónimo dijo...

si shakespeares levantara la cabeza...
escribiria una tragicomedia de Bilsy Stinson