6 de septiembre de 2009

Banda sonora

Hace un día estupendo. Empiezas a correr poco a poco. Ves un grupo de niños haciendo cola para subirse al trenecito del parque, a una pareja olvidándose del mundo que los rodea, a unos abueletes mirando al cielo... Sigues recto por el paseo de los plátanos. Un padre-hijo en bicicleta te adelantan, intentas seguirlos pero la distancia los engulle como por arte de magia. Llegas al cruce en forma de T, coges a la derecha y esprintas para terminar cuanto antes, como si aún tuvieras siete años y te encontraras frente a un plato de verdura, con la cuesta que va a parar al canal imperial. Cruzas la carretera y tomas por la fuerza el carril bici, como si no fueras a parar hasta recorrerte el mundo entero.

Una vez allí te limitas a seguir una línea imaginaria paralela a la que en cada momento ha ido creando el agua a tu izquierda, fluyendo en dirección contraria a la tuya, volviendo de algún lugar al que tu nunca llegarás. Y sigues esa línea, frecuentemente abandonada para esquivar paseantes y hacer eslálom entre los árboles, disfrutando cada momento, mientras se te pasan miles de cosas por la cabeza.

Cruzas el río por el tercer puente y empiezas a batirte en retirada sabiendo que la inercia juega de tu parte, ahora ya por tierra, mientras el polvo se levanta a cada golpe de tus pezuñas. La noche ha ido cayendo poco a poco sin que tu te dieras cuenta y te hallas corriendo bajo luna. Aprietas el ritmo y entras de nuevo en el parque.

Bajas las escaleras justo cuando los aprendices de Rocky levantan los puños en lo alto. Enfilas el paseo principal como si fuera lo último que fueras a hacer en tu vida. Nada puede pararte. Y unas veces terminas de a lo grande, otras no. Y es entonces, cuando te paras a pensar en el camino recorrido, cuando te das cuenta de la importancia que tiene una buena banda sonora.

1 comentario:

Anónimo dijo...

y no te olvides de los perros!
gran conclusión, lo de la banda sonora es importante de verdad.
yo evito las escaleras jeje