Estoy en la cola del supermercado. Esperando para pagar mi cena. A veces me da rabia que me hagan esperar para venderme algo, pero ahora soy casi de los primeros. Además, que coño, no tengo prisa.
De repente aparece un hombre y se coloca en una caja cerrada, justo al lado de la que estoy yo. La cajera le dice que está cerrada esa caja y que si quiere hacer el favor de hacer cola en la otra. Escucho a un señor detrás de mí reírse de la ocurrencia de hacer cola en una caja cerrada. Y la cola se le une. Pero el hombre parece no escucharles. La cajera le repite que se pase a la otra caja. El hombre la mira y, tomándose su tiempo, le dice: “Tranquila, espero en esta.”
Y es entonces cuando aparece una empleada del supermercado, abre la caja y se pone a cobrar. El hombre pasa el primero y varios de los que se habían reído, después. Ese hombre ganó cinco minutos en un mundo en el que el tiempo es oro. Donde todos pensaron en ir a la caja con menos gente; el pensó en ir a su propia caja, aunque estuviera cerrada, quizá estuviera cerrada, simplemente, por que nadie quería pasar por ella.
A veces, como en el caso del hombre del supermercado, es bueno creer en uno mismo, aunque el mundo, o la cajera y la gente de la cola; te lleven la contraria.
2 comentarios:
Tienes toda la razón.
siempre es bueno creer en uno mismo, y luchar por conseguir lo que quieres. suerte
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