4 de octubre de 2005

El capitán

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La bomba de Hiroshima estalló, nunca existió una secuencia de anulación. Los hippies no consiguieron salvarse la vida a sí mismos. El hombre llegó a la luna, aunque todavía no haya conseguido bajarse de ella. La burguesía nos traicionó. La revolución sólo fue un invento publicitario. El muro de Berlín sirvió de base al de la vergüenza. Los griegos inventaron la democracia, nunca se utilizó. La caja de Pandora se instaló en cada casa. El tsunami lo arrasó todo. No había armas de destrucción masiva en las pupilas de los niños de Irak. El prestige cambió el azul por el negro. El dinero resultó ser un mal invento. El dorado sólo fue una leyenda.
Las naves ardieron más allá de Orión cuando intentaban regresar a la tierra. Bogart dejó de fumar. Lennon nunca imaginó. Marilyn no volvió a enamorar. Cervantes murió de pena y Machado de nostalgia. El Che hizo lo que pudo. ¿Te apetece montar una revolución? Y ella respondió que no. El sub-comandante Marcos tuvo que dejar la filosofía. Las pocas esperanzas pasaron por los dedos de Amelie sin que esta los pudiera cerrar. El tío Sam dejó al mundo ciego al hacer ojo por ojo el 11S. El Tío Raimundo secó su pozo para poner una vela. El Yayo dejó su copa y se marchó, el Sargento perdió la compostura. Bilsy nunca cogió el autobús, Lucía nunca bajó. La llamada del gobernador no llegó a tiempo para detener el calentamiento global. La amazona respiró por última vez. Los niños dejaron de correr en el parque para jugar a la consola, las niñas cambiaron la comba por el maquillaje y la ropa cara. Cristo, Buda, Yahvé y Mahoma no se atrevieron a reconocer que se habían equivocado. Sam no la tocó otra vez. Romeo se bajó del balcón. Neo no pudo salvar Matrix. Sabina murió de viejo y el premio Argensola de poesía quedó desierto. Todos aquellos que querían cambiar el mundo jamás cambiaron nada. El Capitán repasó su mente en silencio. Agarraba el vaso con fuerza en medio de una barra casi vacía. Un lugar a salvo del planeta que intentaba cambiar. Yo he visto otros mundos – pensaba mientras robaba un sorbo al recipiente. - ¿Hoy no vas a clase? – Le preguntaba el Barman – A aprender cosas del mundo. - No he venido a aprender, he venido a enseñaros. El Barman sabía que iba en serio. Por eso siguió limpiando vasos. Sabía perfectamente que el capitán sólo habla cuando le da por hacerlo. Es muy jodido sacarle las palabras. El capitán seguía a lo suyo, con el vaso. Ahora ya no lo agarraba. Ahora sabía la verdad y debía volver a la caverna. Ahora que sabía que para pisar la luna debía mantener los pies en la tierra. Ahora que sabía que el mayor riesgo en la vida es no arriesgar. Ahora que sabía que era menos listo de lo que pensaba. Ahora que sabía que lo más valioso era aquello que no se podía comprar. Ahora que se hacía más grande con cada sueño que tenía. Ahora era el momento de volver a empezar. Por eso se colocó el brazalete en el brazo derecho. Se puso, con su peculiar estilo, sus gafas de sol. Apuró el whisky de un sorbo y, mientras salía a la calle, el camarero le grito: ‘¡Buena suerte, Bilsy!’.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

ella no contesto que no , ella contesto que habia encontrado una forma de hacerlo ,pero diferente, que habia aprendido que las personas no se pueden cambiar que la unica forma es centrarse en uno mismo, trabajarse y enseñarse, pensar en lo que esta bien y lo que no lo esta ,e intentar actuar en consecuencia,para que si hay suerte , alguien al conocerla piense: yo quiero ser como ella.y entonces la verdadera y definitiva revolucion habra comenzado "para siempre".

Unknown dijo...

¡Qué bueno tío!

Anónimo dijo...

Belsierre, por favor: graba "El capitán" para Radio Mai; se lo voy a pedir a Poca Sangre, a ver si lee su "Clase de Historia": cada uno es un acierto en su estilo.
¡Muy bueno!