10 de agosto de 2005

La cámara me adora

El otro día una clienta del bar me preguntó que si nunca había pensado en hacerme un book. Andrés pensativo. Le tuve que decir que no, porque como no se lo que es. Si, hombre. Un álbum con fotos que se hacen los modelos para llevarlos a las agencias de publicidad. Ah, eso. Pues no. ¿Acaso alguien es capaz de imaginarme a mi de modelo? Y no vale en los anuncios esos de adelgazar, haciendo el del antes de usarlo. Pero quien sabe. Quizás algún día vais caminando por la Gran Vía de Madrid y me encontráis en calzoncillos allí mismo. Me refiero en un anuncio y tal, ¿Eh? No por ahí dando una vuelta en calzoncillos. Aunque con el garrafón barbastrense todo es posible. En fin. ¿Os habéis fijado que escribo mucho ‘en fin’. A lo que iba. Que aquella mujer estaba convencida de que yo valía para modelo. Claro como me paso las ocho horas de curro sentado poniendo posturitas (NOTA: Si eres mi jefe y estás leyendo esto, aclarar que sólo es un chiste para darle juego al artículo. Trabajo a tope durante las ocho horas e incluso más). Pero se la veía convencida, oye. Estuve pensando en hacerme aquel book, no volver a servir ni un café más y dedicarme a llenar portadas de revistas. Me hizo ilusión que pensara que podía ser modelo. Luego recordé que los modelos son aquellas personas que viven continuamente en dieta. Aquellos que no usan la cabeza si no es para peinarse o ligar. Que tratan a las mujeres como mercancía de cambio. Y después de esto, que queréis que os diga. Seguí sirviendo cafés.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

este es mi chico....pero por fuera, desde luego que sirves para modelo.
tia

Anónimo dijo...

Menudo gilipollas..."la cámara me adora"...