Lucía tiene una novela antigua,
unas deportivas de más de un año,
un top gris con un escote tacaño,
gafas rosas y una mirada ambigua;
un aparato dental que amortigua
la sonrisa amarga del desengaño,
una pulsera azul que le hace daño
y otra marrón que el dolor apacigua;
unos vaqueros comprados del rastro,
una oda de un poeta de Barbastro
que igual se acuerda que se olvida de ella;
una brisa que acaricia su pelo,
una vida con los pies en el suelo,
un sol y un mensaje en una botella.
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2 comentarios:
Bonito.
uy uy uy ..... como se pone esto
la madrina
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