21 de febrero de 2010

Vivo

Hoy me he resbalado temprano y he salido a pasear por el centro del mundo. Como el sol parecía empeñado en dispararme por la espalda, he decidido atrincherarme de su bombardeo perpendicular colándome en una de esas diminutas tiendas de autor que pueblan el casco. Dispuesto a echarle una ojeada al más moderno catálogo de vidas que tuvieran. Aunque sólo fuera para salvar el rato.

El dependiento se ha esmerado en enseñarme la nueva colección, vidas llenas de transparencias, muebles modulares y artefactos minimalistamente funcionales; fragancias de nombres inpronunciables e informativos financieros. Y aunque tan meticulosamente planificadas como para llamar la atención de un adicto al orden como me considero, ninguna de ellas me ha llamado la intención.

Atrapado como estaba, se me ha ocurrido matar muriendo. Pues he construido un foco cegador y lo he interrogado sobre algo más desatado y caricaturesco, algo insanamente bohemio; algo Soho, algo Baratario, algo... no sé, algo con personalidad en lugar de tanto carácter.

El ha limpiado el polvo de un antiguo baúl me ha ilustrado con los catálogos de una vida por la que hace mucho mucho tiempo que nadie pregunta, que tuvo su momento de gloria pero que hoy día ha caído en el olvido. Parecía como si aquellos papeles enmohecidos llevaran dos eternidades esperándome. Sabios y oscurecidos como las entrañas de la biblioteca de Babel, pero con más posibilidades. Traían un sinfín de instrucciones que detallaban al pie de la letra como hilvanar las neuronas para formar sólidos recuerdos y un sextante para no perderse en las traicioneras aguas de la rutina.

Forman un paquete completo de dónde, cuándo, cómo, con quién en incluso porqué que no pienso dejar pasar. Por mi mente han comenzado a viajar ya entonces cientos de ideas que han guiado mi mano mientras firmaba el contrato. He comprado esa vida. La recibiré en un plazo máximo de tres años, mientras tanto, llevaré orgulloso en la oreja el lápiz carcomido con el que he rubricado el acuerdo. Y cuando llegue el día pienso soñarla tal y como ahora lo hago, tal y como viene descrito en condición sin ecuanum que debo hacerlo en los planos que hoy he adquirido, a mi manera.

1 comentario:

Anónimo dijo...

tu también te mereces un clavel