30 de diciembre de 2005

Sin

Sin sueños nocturnos, sin noches perdidas, sin estrella en el paseo de las damas, sin lunas corruptas, sin flores prohibidas, sin escritores, sin escenas de cama. Sin versos de once, sin billetes de diez, sin luz, sin corazones en las esquelas, sin ‘te llamaré’, sin ‘quizá’, sin ‘tal vez’, sin putas tristes, sin dolores de muelas. Sin Antonio, sin Pablo, sin Federico, sin la hacienda de don Alonso Quijano, sin esperpento, sin platero el borrico, sin Reverte, sin Sabina, sin mi hermano. Sin deseo de desear cosas buenas, sin independientes avenidas mañas, sin amanecer, sin whisky en las venas, sin amigos en cada calle, sin cañas. Sin pensar lo que digo, sin pensar mal, sin ‘hasta luego’ que parecen ‘adiós’, sin besos con lengua, sin vida real, sin héroes que mueren muriendo por vos. Sin conocimientos de elegancia básica, sin quitar pétalos de sobrevivir, sin despedidas de película clásica, no habría valido la pena vivir.

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